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Archivos desclasificados, un reto para el periodista de investigación

Uno de los temas del VIII Encuentro a realizarse en el mes de marzo en Bogotá, Colombia, es ¿Cómo investigar con archivos desclasificados?, documentos secretos de los estados que guardan información clave de hechos históricos y decisiones relevantes de los países. El periodista y escritor Chileno, Carlos Basso, compartirá sus experiencias tras reportajes de largo aliento que analizan este tipo de archivos. 

Basso ha investigado documentación desclasificada de organismos de estado e inteligencia de Chile, Estados Unidos, Reino Unido y Alemania. Lo que lo ha llevado a contar a través de libros y artículos en profundidad sobre la realidad de la dictadura chilena.

 

Carlos Basso, conversó con Consejo de Redacción y entregó algunos avances, investigaciones realizadas y la importancia de reseñar realidades ocultas a través de archivos desclasificados, una técnica de gran utilidad en procesos de posconflicto o transición.

 

Consejo de Redacción (CdR) ¿Qué son archivos desclasificados y por qué se convierten en una fuente documental clave para desarrollar investigaciones periodísticas con profundidad?

 

Carlos Basso (C.B.) Hay distintos tipos de documentos desclasificados, aunque en general la terminología se refiere básicamente a aquellos archivos pertenecientes a agencias de inteligencia o de otro tipo, pero que actúan sometidas a secreto y que han sido desclasificados por el gobierno de Estados Unidos en virtud de la ley de libertad de información (FOIA, por sus siglas en inglés) o bien por una orden ejecutiva del presidente de dicho país, como sucedió con los documentos de la CIA relativos a Chile, desclasificados en 1999 por orden de Bill Clinton.

 

Otros países del primer mundo han realizado iniciativas similares, aunque de alcances más locales, como lo han hecho los británicos, por medio de sus archivos nacionales, o los alemanes por medio del BND, su organismo de inteligencia, que de a poco ha comenzado a desclasificar información, como lo hizo hace un par de años respecto del criminal nazi Walter Rauff, que vivió en Chile hasta su muerte, en 1984, y que en los años 60 fue captado como agente de inteligencia por el BND.

 

Por cierto, existen otro tipo de desclasificaciones, como la que se produjo en Chile a mediados de 2014, cuando un juez liberó del secreto en que mantenía, en función de la ley de inteligencia chilena, a 45 mil fichas incautadas el año 2005 desde la secta de Colonia Dignidad, una asociación criminal de corte neonazi que existió y existe aún en el sur de mi país, y que actuó como campo de concentración durante la dictadura de Pinochet, entre otros delitos.

 

En el caso chileno, los documentos desclasificados han sido claves para entender el pasado reciente de nuestro país. La desclasificación se produjo hacia finales de la llamada época “de transición” a la democracia, luego de los 17 años de dictadura, y gracias a estos textos, que aún seguimos estudiando (pues son más de 25 mil) hemos podido comprender con mucho detalle cómo se produjo el golpe de Estado de 1973, cómo actuaron y se financiaron los medios de prensa chilenos, cuáles fueron las negociaciones secretas de diversos partidos políticos, las relaciones de la policía secreta de Pinochet con otras agencias, etc. En definitiva, son documentos clave para el periodismo, puesto que permiten unir las piezas de un puzzle que –acá- teníamos incompleto, permitiendo además acceder aún a los protagonistas de esos hechos.

 

Ah, y algo adicional pero muy importante: Durante varios años, la definición del periodismo de investigación, con matices, ha hablado de descubrir algo que –intencionadamente- alguien con poder ha mantenido oculto. Gracias a las leyes de libertad de información y a internet, los datos ahora están a la vista, pero ocultos en un mar de datos enorme. Hay cosas increíbles allí, esperando a ser descubiertas.

 

CdR. ¿Cuáles han sido los principales hallazgos que ha logrado con los archivos desclasificados?, tal vez nos pueda compartir algunos enlaces donde podamos observar los resultados de los trabajos publicados.

 

C.B. Hay una serie de hallazgos que son importantes, efectuados a partir de distintos documentos desclasificados, que muestran aspectos que no se conocían muy bien de la realidad chilena, como todo lo que se dice con relación en la forma en que la derecha chilena fue perdiendo el norte político, a partir de los años 60, abriendo el espacio a la izquierda para que finalmente lograra hacerse del poder con Salvador Allende. En este caso, más que un hallazgo puntual, se trata de un proceso que no es muy simple de entender, pero que se puede armar pieza a pieza por medio de los desclasificados.

 

En cuanto a casos más específicos, un buen ejemplo es que la mayoría de nuestra historiografía refiere que Augusto Pinochet se sumó casi a último minuto al operativo que derrocó al presidente Allende en 1973, pero existe un documento de la CIA, de 1972, en el cual se expresa claramente que un año antes de Pinochet –que en ese tiempo era solo el jefe de la guarnición militar de Santiago- ya estaba pensando en que Allende debía abandonar el poder “o ser eliminado”.

 

Otro ejemplo, que nos ha permitido comprender mucho mejor lo ocurrido tras el golpe, son los documentos que muestran cómo la CIA infiltró desde principios de la década de los 70 a los principales partidos de la izquierda chilena, especialmente a sus referentes armados, el MIR y el FPMR, llegando incluso a saber con dos años de antelación las operaciones que realizaba el MIR destinadas a infiltrar una guerrilla en el sur de Chile, en la zona de Neltume, caso en el cual, de hecho, habrían existido relaciones previas con las FARC, destinadas a vender armas a Libia, con el objetivo de financiar dicho intento guerrillero, que finalmente se realizó y culminó en una matanza, caso por el cual hoy en Chile está procesado un diputado de derecha, que en ese tiempo era capitán de los comandos del Ejército. Hace poco entrevisté a un ex agente de la CIA, Jack Devine, quien confirma que efectivamente contaban con una serie de informantes dentro de los partidos de izquierda. No tengo dudas de que ello debe haber sucedido del mismo modo en Colombia y en otros países.

 

Así como esto, hay muchos casos más, muy especiales, como fue el asedio que la secta de Colonia Dignidad mantuvo sobre un grupo de monjas chilenas, que ellos creían eran “comunistas” y “espías”, como se puede ver en este reportaje.

 

CdR. ¿Cuáles son las destrezas que debe desarrollar un periodista investigativo que trabaje con archivos desclasificados?

 

C.B. Los documentos son, al final, una cantidad inconmensurable de datos, con la diferencia de que no son siempre numéricos, por lo cual el trabajo no puede hacerse de un modo automatizado.

 

La mayoría de la documentación desclasificada, por lo demás, no responde bien a procesos de reconocimiento de caracteres, por lo cual se requiere un esquema de trabajo muy ordenado y, obviamente, mucho tiempo. Para darte un ejemplo: cuando escribí “La CIA en Chile” leí cerca de dos mil documentos desclasificados de esa agencia, de otras semejantes y también chilenas, y luego de seleccionar cerca de 900 me puse a trabajar en ellos agrupándolos temáticamente, subagrupados a su vez en líneas de tiempo.

 

Algo semejante hice cuando escribí “El último secreto de Colonia Dignidad”, aunque eran muchos menos los documentos (450) y ahora estoy en ese proceso respecto de las 45 mil fichas de Colonia Dignidad, de las cuales ya seleccioné cerca de 3 mil que son, a mi juicio, las más relevantes. Por cierto, después de ello comienza el trabajo de fondo, que es tratar de comprobar la veracidad o no de determinados contenidos, contrastar eso con fuentes humanas o referenciales y lógicamente escribir. En definitiva, al final se trata del mismo proceso periodístico de siempre, que es irremplazable: hablar con distintas personas, reunirse con fuentes diversas, seleccionar, sistematizar, discernir lo verosímil de lo inverosímil, etc.

 

Es mucho trabajo y eso quizá explique por qué hay tan poca gente dedicada a esto en nuestro continente. De hecho, solo conozco otro colega en Chile que ha trabajado con documentación (chilena), uno en Argentina y uno en Estados Unidos.

 

CdR ¿Cómo aporta esta técnica del periodismo en una etapa de transición/posconflicto como la que se espera vivir en Colombia?

 

C.B. Estoy completamente seguro de que si algún día los colombianos logran sensibilizar al gobierno de Estados Unidos (como lo consiguió Chile en 1999) en orden a que libere sus documentos sobre las últimas décadas en Colombia, especialmente los de la CIA, la DEA y el FBI, van (y vamos) a comenzar a comprender de mucho mejor modo todo el proceso que han vivido respecto de los grandes carteles del narcotráfico, del paramilitarismo, de las guerrillas, de los crímenes políticos y de la intervención de otros países (no sólo Estados Unidos).

 

He leído muchos reportajes sobre distintos hechos acaecidos en Colombia y no me cabe duda de que esas zonas oscuras que aún quedan se podrían empezar a aclarar si se desclasificara documentación, aunque ello no significa que vayamos a conocer toda la verdad, pero sí, al menos, se podría conocer la óptica del principal actor de nuestro hemisferio, lo que no es poco.

 

Sería fabuloso, en todo caso, contar con información semejante proveniente de los que fueron los otros grandes actores de la guerra fría, como la Unión Soviética y especialmente, para quienes somos latinoamericanos, de Cuba, pero eso es casi imposible, por lo cual es muy valorable la existencia de las leyes de Libertad de Información que existen en países como Estados Unidos, Inglaterra o Alemania.

 

En las siguientes páginas web se pueden consultar archivos desclasificados:

 

 

Si quiere aprender más sobre esta técnica de investigación periodística inscríbase al VIII Encuentro de Periodismo de Investigación. Además puede seguir desde ya a Carlos Basso, a través de su página web:

 

http://documentomedia.cl

http://www.elmostrador.cl/autor/carlosbasso/

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